Por Agroempresario.com
La reciente decisión del Gobierno de reducir las retenciones para la campaña agrícola 2025/26, fijando la alícuota de la soja en 26% y la del maíz en 9,5%, marca un cambio positivo para los productores argentinos. Sin embargo, un informe del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de la Fundación Mediterránea advierte que esta medida, aunque mejora los márgenes, no logra reducir la presión tributaria a niveles compatibles con la competitividad internacional.
El trabajo, elaborado por el economista Franco Artusso, analiza el impacto del nuevo esquema impositivo sobre distintos perfiles de productores y compara los resultados con un escenario en el que las alícuotas se hubiesen mantenido en 33% para la soja y 12% para el maíz. Según el estudio, la reducción generará mejoras en la rentabilidad que oscilarán entre US$ 31,6 y US$ 60,5 por hectárea, dependiendo de la región y del tipo de tenencia de la tierra.
En la zona núcleo, los propietarios obtendrán un incremento de rentabilidad de US$ 60,5/ha, mientras que para los arrendatarios la mejora será menor, de US$ 31,6/ha. En las regiones extrapampeanas, los propietarios sumarían US$ 47,5/ha y los arrendatarios US$ 40,3/ha adicionales respecto al escenario sin reducción de derechos de exportación (DEX).
Si bien estos números representan un alivio, la presión tributaria seguirá siendo elevada. El informe calcula que más de la mitad de la renta agrícola continuará destinada al pago de impuestos. La “carga tributaria total” —que incluye retenciones, impuesto a las ganancias, gravámenes provinciales como Ingresos Brutos y tributos inmobiliarios— se ubicará en 53% para propietarios de zona núcleo, 70% para arrendatarios en esa región, 68% para propietarios extrapampeanos y un preocupante 112% para arrendatarios extrapampeanos.
Este último caso refleja una situación crítica: la suma de impuestos y costos supera la renta generada, dejando a los productores con márgenes negativos.
La baja de retenciones implicará que el fisco deje de recaudar entre US$ 53,9 y US$ 71,8/ha por este concepto. Sin embargo, parte de esa merma será compensada por mayores ingresos del impuesto a las ganancias —que subirán entre US$ 10,5 y US$ 24,8/ha— y de tributos provinciales como Ingresos Brutos, sellos e inmobiliario rural.
Este fenómeno, conocido como “efecto compensación”, se produce porque al reducirse las retenciones, la renta neta aumenta, y con ella, la base imponible de otros impuestos. Como resultado, la recaudación total de Nación y provincias disminuiría solo entre 9% y 15%, una baja mucho menor que la reducción directa en DEX.
Pese a la mejora relativa en los márgenes, el IERAL proyecta que la rentabilidad de la campaña 2025/26 seguirá por debajo del promedio de las últimas ocho campañas. Según el documento, la reducción de retenciones es un paso en la dirección correcta, pero insuficiente para revertir los problemas estructurales que enfrenta el agro.
Entre estos factores se destacan la alta carga impositiva, los costos de producción elevados, la inestabilidad macroeconómica y la falta de infraestructura competitiva. Todos ellos, en conjunto, limitan la capacidad del sector para invertir, producir y exportar con éxito en los mercados internacionales.
“El sector necesita un esquema tributario más equilibrado y previsible, que no desincentive la producción y que permita aprovechar el potencial exportador del país”, señaló Artusso, marcando la necesidad de una reforma fiscal profunda.
La discusión sobre el futuro del esquema tributario del agro vuelve a instalarse con fuerza. Mientras que las retenciones han sido cuestionadas durante más de dos décadas por su impacto negativo sobre la competitividad, su reducción parcial muestra que el camino hacia una política más favorable aún está lejos de completarse.
En este sentido, los especialistas coinciden en que la clave no es solo bajar impuestos, sino diseñar un sistema impositivo que fomente la inversión, acompañe la innovación tecnológica y permita sostener la rentabilidad en el tiempo.
En definitiva, la campaña 2025/26 se perfila con un alivio parcial para los productores, pero con la certeza de que la presión fiscal seguirá condicionando su desempeño. La baja de retenciones, aunque bienvenida, será apenas un primer paso en un largo camino hacia la competitividad real del agro argentino.