Una expedición internacional de investigadores confirmó el descubrimiento de una nueva especie de esponja carnívora en aguas profundas cercanas a la Antártida, un hallazgo que se produjo durante misiones científicas realizadas en 2025 con el objetivo de explorar regiones del océano prácticamente desconocidas. El organismo, apodado “bola de la muerte”, fue registrado a unos 3.601 metros de profundidad, al este de la isla Montagu, y su identificación aporta nueva información sobre la biodiversidad extrema que habita en ecosistemas donde la luz solar no llega y la presión es varias veces superior a la de la superficie, según informó Infobae.
El hallazgo forma parte del Censo Oceánico de Nekton, un programa llevado adelante por la Fundación Nippon y el Instituto Oceánico Schmidt, que durante el último año organizó dos expediciones en zonas difíciles de cartografiar y estudiar debido a las condiciones climáticas y geológicas del entorno antártico. Las misiones permitieron confirmar la existencia de al menos 30 especies desconocidas para la ciencia, incluyendo crustáceos, moluscos, gusanos y estrellas de mar adaptadas a condiciones extremas.
A diferencia de la mayoría de las esponjas marinas, que obtienen nutrientes filtrando agua, la nueva especie —identificada preliminarmente como Chondrocladia sp. nov.— utiliza una estrategia de depredación activa. Su cuerpo, de apariencia esférica, presenta microganchos y estructuras adhesivas que le permiten capturar pequeños organismos que pasan cerca, una adaptación sorprendente en un ambiente donde la disponibilidad de alimento es muy limitada.
Las esponjas carnívoras son raras en el mundo marino y se conocen principalmente en entornos de aguas profundas, donde la escasez de materia orgánica obliga a desarrollar estrategias energéticas alternativas. La confirmación de esta nueva especie refuerza la idea de que la evolución en zonas extremas puede producir soluciones biológicas altamente especializadas.
Además de la esponja carnívora, los equipos científicos registraron nuevas variantes de gusanos Osedax, popularmente conocidos como “gusanos zombis”, que se alimentan de huesos de grandes vertebrados mediante bacterias simbióticas capaces de degradar grasa y tejido óseo. Esta forma de vida singular refuerza la importancia ecológica de los restos de ballenas y otros mamíferos marinos en el ciclo de nutrientes del océano profundo.
También se documentó una nueva especie de gusano escamoso iridiscente del género Eulagisca, cuyas placas corporales actúan como un escudo protector en ambientes con actividad volcánica o hidrotermal. Estos organismos destacan por su apariencia brillante y textura metálica, que se debe a la estructura microscópica de sus escamas.

Las expediciones identificaron, además, estrellas de mar pertenecientes a familias como Brisingidae, Benthopectinidae y Paxillosidae, junto con anfípodos e isópodos, algunos de los cuales podrían representar una nueva familia taxonómica aún en evaluación. Entre los moluscos hallados, se registraron ejemplares capaces de vivir en hábitats volcánicos y en zonas con emisiones de metano, gases tóxicos o temperaturas extremas.
Uno de los aspectos más destacados del trabajo fue la velocidad en la identificación de las especies recolectadas. Mientras que el proceso taxonómico tradicional puede tardar años o incluso décadas, la Fundación Nippon impulsó un modelo de análisis intensivo mediante talleres internacionales que reúnen a especialistas de distintas regiones del mundo en un mismo lugar, compartiendo muestras, bibliografía y criterios de clasificación.
La Universidad de Magallanes en Chile fue una de las sedes donde se realizó el análisis acelerado, permitiendo que los resultados fueran confirmados en apenas tres meses. Equipos de vehículos operados remotamente (ROV), cámaras de alta definición y drones submarinos contribuyeron al registro visual y a la recolección de muestras en zonas donde el ser humano nunca había accedido de manera directa.
La Dra. Jyotika Virmani, directora ejecutiva del Instituto Oceánico Schmidt, destacó el impacto tecnológico en la exploración moderna: “Las herramientas avanzadas —desde el mapeo preciso del fondo marino hasta las imágenes de alta definición obtenidas con ROV— nos permiten explorar lugares nunca antes vistos por el ser humano”, afirmó en un comunicado difundido tras la expedición.
Por su parte, la Dra. Michelle Taylor, jefa científica del Censo Oceánico de la Fundación Nippon-Nekton, enfatizó que estos descubrimientos representan apenas una fracción de lo que queda por investigar: “Hasta el momento solo analizamos menos del 30% del material obtenido en esta expedición. La confirmación de 30 especies nuevas muestra la magnitud de lo que aún desconocemos”, señaló.

Las zonas investigadas incluyeron áreas cercanas a las islas Sandwich del Sur y sectores del mar de Bellingshausen, recientemente expuestos por el desprendimiento de un iceberg. Entre las observaciones más llamativas, los equipos registraron el primer avistamiento confirmado de un calamar colosal en estado juvenil, uno de los animales más enigmáticos del planeta.
Los científicos estiman que el trabajo continuará durante los próximos años, combinando nuevas expediciones, análisis genético y comparaciones taxonómicas. Las muestras recolectadas podrían ayudar a comprender cómo evoluciona la vida en ambientes extremadamente fríos y presurizados, además de ofrecer pistas sobre la adaptación biológica al cambio climático.