El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, confirmó que mantiene como fecha para firmar el acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur el 20 de diciembre en Brasilia, pese a las demoras en el proceso europeo y la incertidumbre sobre la presencia de Paraguay. La información, difundida inicialmente por Infobae, señala que el mandatario pretende sellar el tratado antes de finalizar el año, un paso clave para la presidencia brasileña del bloque sudamericano.
La cumbre del Mercosur estaba prevista para los primeros días de diciembre en Foz do Iguaçu, pero Brasil optó por trasladar la instancia decisiva a su capital. La modificación respondió a la intención del gobierno de Lula de asegurar un acto político “contundente”, aunque la disponibilidad de Paraguay generó dudas en las últimas semanas. Ante este escenario, Lula admitió que podría reprogramarse la reunión presidencial para enero, sin modificar la fecha de la firma: “Yo lo haré en Brasilia… Posiblemente marquemos la reunión del Mercosur para comienzos de enero, y firmemos el 20 de diciembre”, expresó.

El acuerdo UE–Mercosur, finalizado en diciembre de 2024 tras 25 años de negociaciones, creará un mercado conjunto cercano a 780 millones de habitantes. De avanzar, se consolidaría uno de los procesos de integración birregional más ambiciosos del planeta, con reducciones arancelarias, nuevas reglas de acceso y estándares comunes para productos industriales y agroalimentarios.
Paraguay, que en breve asumirá la presidencia pro tempore del Mercosur, remarcó su interés en acelerar la integración económica y logística del bloque. Su canciller, Rubén Ramírez, destacó que la región produce alimentos para unos 400 millones de personas y concentra el 60% de la proteína consume el mundo. Además, subrayó que un país sin salida al mar —como Paraguay— requiere mecanismos más ágiles para insertarse en las cadenas de valor y enfrentar la creciente presencia del crimen transnacional en los corredores fronterizos.
En Uruguay, el canciller Mario Lubetkin aseguró que todos los países del bloque tienen “el bolígrafo listo” para estampar su firma. Según indicó, la voluntad común de avanzar no se explica por afinidades ideológicas, sino por una lectura estratégica: “En el Mercosur hay derecha, centro e izquierda; si todos tenemos la lapicera lista, es porque esto es un valor nación y un valor región”, afirmó en diálogo con la agencia internacional EFE. Lubetkin insistió en que la fase posterior a la firma debe planificarse desde ahora, dado el impacto económico que tendrá la apertura comercial tanto en Europa como en Sudamérica.
La postura de Argentina también es favorable. El gobierno de Javier Milei considera que el acuerdo es un componente esencial de su política de apertura, al que define como una “oportunidad histórica” para profundizar la complementariedad económica. Sin embargo, dentro del sector privado argentino subsisten matices: mientras agroexportadores e industrias orientadas a la exportación ven oportunidades, algunos segmentos manufactureros expresan reservas por la competencia europea en bienes con alto valor agregado.
En Bolivia, nuevo miembro pleno del Mercosur desde 2024, el presidente Rodrigo Paz todavía no confirmó su participación en la cumbre ni fijó una posición definitiva sobre el acuerdo. Durante la campaña electoral, Paz había sostenido que el país “mientras más vinculado, mejor”, en alusión al potencial que implica su ubicación geográfica con cinco fronteras y múltiples corredores bioceánicos.

Mientras el Mercosur intenta acelerar la firma, el mayor obstáculo se encuentra en Europa. La Comisión Europea validó el texto del acuerdo en septiembre, pero falta el respaldo del Parlamento Europeo y del Consejo de la Unión Europea, que avanzan a un ritmo más lento de lo previsto. Según diplomáticos brasileños, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, reiteró su interés en acompañar la firma del 20 de diciembre; sin embargo, la definición final depende de procesos institucionales que no siempre responden a los tiempos políticos.
El Parlamento Europeo decidió aplazar la discusión de una resolución que buscaba consultar al Tribunal de Justicia de la UE sobre la compatibilidad legal del pacto. La iniciativa, firmada por 145 eurodiputados de 21 países, objeta principalmente el mecanismo de reequilibrio, una herramienta diseñada para solicitar compensaciones en caso de que una decisión unilateral afecte los beneficios otorgados por el tratado.
El caso más crítico es el de Francia, donde las resistencias políticas se intensificaron. La Comisión de Asuntos Europeos del Senado francés recomendó pedir al Tribunal de Justicia que frene la ratificación, alegando posibles impactos ambientales y económicos. A esto se sumó la postura del ministro de Exteriores, Jean-Noël Barrot, quien transmitió al canciller argentino Pablo Quirno que París solo avalará el acuerdo si incluye una cláusula de salvaguarda robusta. Este mecanismo permitiría restringir temporalmente las importaciones cuando un aumento súbito cause perjuicios en sectores sensibles, como carne bovina, aves, miel o azúcar, una exigencia impulsada desde las organizaciones agrícolas francesas.
Ante la creciente presión política, la Comisión Europea planteó aplicar provisionalmente el capítulo comercial del acuerdo —que solo requiere el visto bueno del Parlamento y del Consejo— y dejar la implementación plena para una etapa posterior. En otros tratados, esta estrategia permitió activar beneficios antes de que todos los parlamentos nacionales completaran sus ratificaciones, aunque a costa de demoras prolongadas en la entrada en vigor definitiva.
A pesar de las tensiones, los gobiernos del Mercosur coinciden en que la coyuntura actual ofrece una oportunidad que no debería desaprovecharse. Brasil pretende cerrar su presidencia con un hito diplomático, Uruguay apuesta por dinamizar su agenda de acuerdos, Argentina busca reforzar su giro aperturista y Paraguay espera iniciar su mandato regional con un avance concreto en materia de integración.
La fecha del 20 de diciembre sigue en pie, aun cuando persiste la posibilidad de que no todos los presidentes puedan asistir o de que la cumbre se traslade a enero. En cualquier escenario, Brasil insiste en que la firma se concretará en su capital. Pese a los reparos europeos, el Mercosur considera que el momento político y económico es propicio para avanzar en un tratado que podría reconfigurar el comercio birregional y marcar un antes y un después en la relación entre América del Sur y la Unión Europea.