La simbiosis entre las plantas y las micorrizas, hongos que se asocian a las raíces, fortalece a las plantas permitiendo su crecimiento y supervivencia, lo que podría ser una alternativa viable para aplicar en suelos agrícolas salinos y fortalecer el crecimiento de alfalfa en suelos degradados.
De acuerdo con la bióloga Malena Achiary de la Universidad de San Luis (UNSL), la investigación se centró en el estudio de mediado sativa, una variedad de alfalfa sensible a la salinidad. “El objetivo es potenciar a la planta como producto alimenticio”, explicó la científica.
Dado que esta planta se puede cultivar en distintos suelos gracias a su gran capacidad de adaptación, la investigadora simuló condiciones ambientales de alta salinidad en una muestra de suelo obtenida de la localidad de Nogolí. El análisis incluyó, además, el estudio del cadmio, su asociación con micorrizas y su efecto en la planta.
El hongo presente en las raíces de la alfalfa mitigaba efectivamente el estrés salino. “Notamos que la planta tenía mejor vigor y crecía más. Realizamos mediciones morfológicas y bioquímicas, y pudimos comparar externa e internamente para evaluar el efecto”, remarcó la científica.
Sin embargo, los resultados sobre la relación de micorrizas y su efecto en las plantas en presencia de cadmio, un contaminante ambiental tóxico, no fueron prometedores. Según Achiary, la presencia de cadmio en esta simbiosis entre la planta y el hongo perjudicaría aún más a la planta, ya que se presume que las micorrizas facilitarían la entrada de cadmio en la planta.
“Notamos que las micorrizas efectivamente ayudan a mitigar el estrés salino, pero no fue lo mismo con el cadmio. De hecho, obtuvimos resultados inesperados donde la asociación con las micorrizas parecía ser la vía por la cual el cadmio ingresaba a la planta, deteriorándola aún más. Esto fue una sorpresa y será el eje de nuevas investigaciones”, destacó.
Para determinar si las micorrizas estaban presentes en las plantas, la investigadora realizó punciones de raíces, lo cual requirió un trabajo de observación minuciosa con lupas y microscopios. “Fue un gran trabajo. Si bien a nivel visual notábamos que las plantas estaban más vigorosas, verdes y altas, no teníamos certeza de que estuviesen asociadas con el hongo. Esto tuvimos que verificarlo con técnicas específicas en el área de ecología de la UNSL”, concluyó.
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