Por Agroempresario.com
En el contexto del creciente desafío del achaparramiento del maíz en Argentina, el monitoreo de la chicharrita (Dalbulus maidis) se ha consolidado como una herramienta clave para guiar las decisiones de manejo en la región maicera. Este seguimiento, realizado por especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), permite analizar la variación en la abundancia relativa de la población del vector, ayudando a estimar el riesgo para la próxima campaña agrícola. Basados en los datos obtenidos, se han propuesto diversas ventanas de fechas de siembra ajustadas a las características ambientales de cada región productiva del país.
El Programa Nacional de Protección Vegetal del INTA, coordinado por Eduardo Trumper, ha destacado la importancia de este monitoreo para entender la dinámica poblacional de la chicharrita, especialmente en el marco de un sistema de monitoreo otoño-invernal recientemente implementado. “A más de un mes de la implementación del sistema, los datos muestran una marcada disminución en la abundancia de chicharritas”, señaló Trumper, quien atribuye este descenso a la ausencia de maíz guacho y a las intensas heladas que afectan especialmente al sur del país.
El monitoreo continuo es crucial para confirmar esta tendencia a la baja, particularmente en las provincias de Buenos Aires, La Pampa y el sur de Córdoba y Santa Fe, donde se ha registrado una reducción significativa de la población de chicharritas. Sin embargo, Trumper subraya la necesidad de mantener la vigilancia, ya que “si bien hoy no podemos asegurar que la chicharrita haya desaparecido, sí podemos afirmar que hemos dejado muy atrás la situación de alto riesgo que se observaba durante el verano”.
Con base en el análisis de los datos recopilados, el INTA ha dividido la zona maicera en cuatro grandes regiones, proponiendo ventanas de fechas de siembra específicas para cada una:
El monitoreo no busca definir umbrales económicos o de acción, sino más bien verificar en qué medida la población de chicharritas disminuye en invierno, lo que es crucial para ajustar las estrategias de manejo en función de su evolución en las distintas regiones.
En cuanto a la densidad poblacional, los datos actualizados al 28 de agosto muestran que la población de chicharritas es extremadamente baja o nula en los sitios monitoreados en el sur de la región maicera, como Hilario Ascasubi, Bordenave y Balcarce, en la provincia de Buenos Aires. Incluso en localidades del norte argentino, las densidades han sido considerablemente bajas durante agosto.
Trumper concluyó que las ventanas de siembra propuestas permiten adaptar la siembra a distintas ofertas ambientales, maximizando el rendimiento del cultivo y minimizando los riesgos asociados con la presión de achaparramiento.
Este enfoque integrado, basado en datos concretos y monitoreos continuos, representa un avance significativo en la gestión del achaparramiento del maíz y contribuye a optimizar las decisiones de manejo para la próxima campaña agrícola.