Por Agroempresario.com
En un reciente artículo de La Nación, Ed Holloway, un chef irlandés que aterrizó en Sudamérica en 2005 con el sueño de deslizarse en las montañas andinas, compartió su extraordinaria historia. Su llegada a Argentina no solo representó un nuevo destino geográfico, sino que se convirtió en un capítulo crucial de su vida personal y profesional.
Desde su primer contacto con Buenos Aires, Holloway quedó cautivado por la vibrante cultura de la ciudad, donde disfrutó de la vida nocturna y la calidez de su gente. Sin embargo, fue en un pub irlandés, frente al famoso bar The Kilkenny, donde su vida daría un giro inesperado. “En la velada de despedida, conocí a Connie, una mujer argentina de la que me enamoré”, recuerda Holloway. Este encuentro marcó el inicio de una relación que lo llevaría a tomar decisiones importantes sobre su futuro: “Después de muchas visitas entre Irlanda y Argentina, elegimos Bariloche como nuestro nuevo hogar”, asegura.
En 2007, Holloway se estableció definitivamente en Argentina y se dedicó a fusionar su experiencia culinaria con la rica cultura gastronómica local. Junto a Connie, abrieron un restaurante llamado Butterfly, donde rápidamente se consolidó en la escena de alta gastronomía. “Abrir un restaurante no es algo que hubiera podido hacer en mi país. En Argentina, con poco, logramos construir un espacio de alta gastronomía que me abrió muchas puertas”, comenta.
Uno de los aspectos que más impactó a Holloway fue el asado argentino. “El asado es la mejor forma que existe para comer con familia y amigos”, afirma. Este ritual, que combina sabores, aromas y una profunda conexión social, se convirtió en su mayor fuente de inspiración: “El asado genera los mejores momentos”, destaca.
Después de un tiempo en Bariloche, la pareja se mudó a Buenos Aires, donde Holloway se hizo cargo del restaurante UCO en Fierro Hotel. “Desde entonces tuve la suerte de estar involucrado en crear muchas experiencias hoteleras y gastronómicas que me apasionan”, expresa.
Sin embargo, la pandemia llevó a Holloway y Connie a tomar la decisión de mudarse a Mendoza, donde se siente plenamente realizado. “Mendoza tiene el mejor clima del mundo y la gente tan cálida; tener las bodegas y la industria del vino cerca me inspira cada vez más”, asegura con entusiasmo.
En su recorrido, Holloway ha aprendido a adaptarse a la realidad argentina, reconociendo que “la flexibilidad es clave” en un país donde las circunstancias pueden cambiar rápidamente. “Argentina me enseñó a no frustrarse con el cambio, sino a adaptarse y enfrentar nuevos desafíos”, reflexiona.
Hoy en día, Ed Holloway se dedica a crear experiencias gastronómicas únicas, manteniendo un vínculo fuerte con su tierra natal, aunque cada vez se siente más arraigado en Argentina. “Me fascina mi país, pero cuando lo visito me doy cuenta de que cada vez estoy más asentado en Argentina”, concluye.
Su historia es un testimonio de cómo el amor y la pasión por la gastronomía pueden unir culturas y transformar vidas, convirtiendo a un viajero en un verdadero emprendedor en la tierra de su elección.