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Por Agroempresario.com
La sequía que afecta a las provincias de Santiago del Estero y Chaco ha alcanzado niveles alarmantes, comprometiendo 6,7 millones de hectáreas. Según un informe elaborado por la Sociedad Rural del Noreste Santiagueño y la consultora Incaica, basado en imágenes satelitales y registros meteorológicos, la situación es crítica, con más de la mitad de los territorios de estas provincias sumidos en sequías severas.
En Santiago del Estero, el 58% de su territorio se encuentra bajo sequía severa, lo que equivale a más de tres millones de hectáreas. Además, un 35% de su superficie sufre sequía alta, abarcando aproximadamente 1,8 millones de hectáreas. En Chaco, la crisis es igualmente preocupante, con el 71% de su área analizada en sequía severa, lo que representa más de 1,5 millones de hectáreas. En total, ambas provincias enfrentan 6,7 millones de hectáreas afectadas, entre las que se incluyen cultivos de soja, maíz y pasturas ganaderas.
Este informe ha sido respaldado por imágenes satelitales del programa Sentinel 2 y registros meteorológicos del INTA Quimilí, que confirman la gravedad del impacto. En Santiago del Estero, los departamentos más afectados son Moreno, Alberdi, Copo, Figueroa y Juan Felipe Ibarra, mientras que en Chaco, las zonas más perjudicadas se localizan en el nordeste de la provincia.
La sequía está teniendo efectos devastadores sobre la producción agropecuaria de ambas provincias. En Santiago del Estero, los niveles de estrés hídrico en los suelos son extremos, especialmente en áreas cercanas a Quimilí y Monte Quemado, donde las precipitaciones fueron significativamente menores a lo esperado. En el caso de Chaco, el problema se ha centrado en el noroeste, con lluvias muy por debajo del promedio, afectando gravemente los cultivos y la ganadería.
El déficit de lluvias se ha visto acompañado de temperaturas extremas. Entre enero y marzo, las precipitaciones fueron notablemente inferiores al promedio histórico, acumulando solo 186 mm, mientras que lo esperado para el mismo período era de 433 mm. En diciembre, las lluvias alcanzaron solo 75 mm, mucho menos que los 115 mm promedio, y la situación empeoró en enero, cuando apenas se registraron 32 mm. Las altas temperaturas, con máximas de hasta 47°C y más de 14 días consecutivos con temperaturas superiores a 40°C en febrero, han agravado aún más la crisis.
“La situación es bastante grave”, advirtió Marcelo Herasimchuk, presidente de la Sociedad Rural de Quimilí, quien destacó que algunas zonas han perdido el 100% de la producción debido a la sequía. “Los cultivos están completamente secos y no sabemos aún qué pasará con los lotes que siguen en pie, pero se teme que las pérdidas sean muy grandes”, explicó Herasimchuk, quien también alertó sobre el impacto de la sequía sobre los productores que habían apostado a una cosecha para recuperarse de la mala campaña anterior.
El informe refleja la dramática realidad que viven los productores, especialmente en el departamento Moreno, en Santiago del Estero, donde el 95% de la producción está afectada. Este es el tercer productor de maíz y cuarto en soja a nivel nacional, lo que magnifica el impacto en la economía agrícola de la zona.
Ante la magnitud de la crisis, los productores han solicitado asistencia urgente. En Santiago del Estero, la única medida oficial disponible es la emergencia agropecuaria, que concede una prórroga en el pago del impuesto inmobiliario rural, aunque esta medida no representa una solución real, ya que la mayor parte de las tierras son alquiladas. “Esto no beneficia al productor que siembra, sino al dueño del campo, por lo que la medida es insuficiente”, señaló Herasimchuk.
En Chaco, por otro lado, se han implementado algunas medidas para mitigar el impacto de la sequía, pero no son suficientes para paliar la magnitud de la crisis. Los productores exigen una respuesta más contundente y un financiamiento a largo plazo para poder hacer frente a la difícil situación. La necesidad de créditos a plazos más largos, con tasas razonables, es urgente, ya que muchas hectáreas fueron sembradas bajo la modalidad de pago a cosecha, lo que ha generado un efecto en cadena que afecta no solo a los productores, sino también a las agroquímicas y comercios del sector.
Con las perspectivas de lluvia a corto plazo limitadas, el futuro de la campaña 2024/2025 es incierto. “Aunque hay pronósticos de lluvias para el fin de semana, se estima que en el mejor de los casos solo se podrá cosechar entre 10 y 15 quintales por hectárea, lo que está muy lejos de lo esperado”, concluyó Herasimchuk. La crisis hídrica no solo afecta la producción de alimentos y la ganadería, sino que también pone en peligro la estabilidad económica de miles de productores en el norte argentino. Sin un cambio radical en las condiciones climáticas y una respuesta efectiva de las autoridades, los efectos de esta sequía seguirán dejando una huella profunda en el campo.
