Milana Hilados: una empresa al servicio de la calidad y el color de la lana

Matías Saquer le contó en exclusiva a Agroempresario.com cómo le agregan valor a sus hilados siguiendo las últimas tendencias internacionales

Por Brenda Lucente

Desde hace más de cuarenta años, Milana Hilados es sinónimo de calidad y color en el mundo de las lanas. Representando a la segunda generación de dueños, Matías Saquer recibió a Agroempresario.com en el local que la empresa tiene en Palermo, en el marco de una entrevista por demás amena, donde nos contó acerca de la historia del negocio y cómo le agregan valor a cada uno de sus productos. Para enriquecer el diálogo con sus conocimientos técnicos, el encargado del área de Producción, Tomás, también participó de la charla.

“Hace más o menos cuarenta años, mi papá y mi tío fundaron la compañía. Luego de dos décadas, arrancamos a gerenciarla con mis tres hermanos: Constanza, Federico y Agustina. Las mujeres lanzaron sus proyectos personales haciendo sweaters, cada una por su lado; mientras que con Federico administramos la empresa desde hace veinte años. Nuestro padre y tío ya no están más ahora por la pandemia. Los dos estamos a cargo de esta pyme familiar”, narra Saquer.

Si hay algo que distingue a los productos de Milana es su calidad premium. La marca le compra la materia prima a importantes proveedores del sur, más precisamente de Trelew, que normalmente destinan dicha mercadería únicamente a exportación.

Luego del proceso de hilandería, la lana se utiliza para elaborar distintos hilados, mezclas o fantasías. En palabras de Saquer, el agregado de valor está en no perderle pisada a las tendencias del mercado internacional.

“De acuerdo a lo buscado, se adquieren acrílicos para realizar determinadas mezclas. No obstante, trabajamos con importantes porcentajes de lana para que el producto sea totalmente natural”, plantea el empresario.

Siguiendo el relato, Tomás añade que su labor es desarrollar los respectivos hilados, ya sean convencionales o fantasías, a partir de distintos procedimientos. “La lana se clasifica según la oveja. De ahí pasa a los lavaderos, para sacarle la grasa y los abrojos; después llega a las máquinas que tenemos acá. Realizamos numerosos procesos de hilatura y frizado. Este último hace que los tejidos sean mucho más livianos y rendidores”, detalla el técnico.

En Milana, el mohair es el producto estrella. “Es lana con pelo de cabra y un poco de sintético para alivianar. Representa el 60% de nuestras ventas. Cuanto más bajos sean los micrones, mejor es la calidad. Hacemos todo con lanas muy finas y de excelente nivel. El propósito es obtener prendas suaves y rendidoras, que además sean livianas”, comentan los entrevistados.

En este sentido, hay opciones para todos los gustos: desde productos en colores tierra hasta flúor. Esto se debe a que la meta es abarcar distintas clases de clientes y públicos. Si bien la mohair es la más vendida, la lana pura merino también es muy requerida.

“En función del artículo que queremos, elegimos la lana. Si buscamos hilados abiertos, el material debe ser grueso y resistente al rozamiento. Tenemos mohair, merino y cruza fina. Dentro de esta última, ofrecemos productos blandos y súper suaves”, indica Tomás.

Respecto a las diferencias entre la lana merino y cruza fina, el técnico explica que la primera viene de una raza de ovino propiamente dicha y tiene distinto micronaje. “En función de cada variedad, hay ciertos largos y grosores. Tampoco da lo mismo de dónde proviene la lana, si de la panza o la espalda de la oveja”, señala. En Milana también se venden productos de rafia, lino, yute y algodón para decoración, apuntando al trabajo artesanal en artículos para el hogar.

“En lo que respecta a los grosores, abarcamos todas las temporadas: primavera, verano, otoño e invierno. Al algodón lo traemos de algodoneras que procesan en Corrientes y Brasil. Tratamos de ofrecer lo mejor”, precisa Tomás.

Milana brinda calidad en lo que se conoce como “algodón peinado”, que es la base de la compañía. Este producto se utiliza mucho en medicina, para hacer gasas. Dentro del taller, los hilados se retuercen para emplear en sweaters y remeras de verano y media estación.

“Además, con los algodones se pueden hacer fantasías: flamé, bouclé, material con seda, viscosa o lino. Todo ese trabajo lo hace Tomás con su máquina. El hilo que llega se inyecta con el equipo de huso para luego abrir y finar. El producto final es muy detallado”, remarca Saquer.

En sintonía, Tomás sugiere que esto solo es posible gracias a que utilizan calidades muy buenas de algodón. “Acá logramos juntar la experiencia de ellos en el mercado con la nuestra en cuanto a hilatura. Siempre encontramos artículos nuevos. Todo el tiempo hay ideas que surgen del diálogo del día a día”, afirma.

Hasta hace unos años, los principales clientes de Milana eran las marcas de moda como Rapsodia o Wanama. Sin embargo, con la pandemia empezaron a venderle mucho a revendedores y llevar adelante la comercialización de los productos vía Instagram.

“Vendemos el material ya teñido. Para agregarle valor a nuestros productos, tratamos de seguir las últimas tendencias, intentando ofrecer lanas que se vendan. Para teñirlas, las mandamos a una tintorería. Tomás se encarga de trabajarlas. El producto es totalmente puro, mientras que las labores son 100% artesanales”, describe Saquer.

Afianzando sus dichos, Tomás destaca que las lanas son superiores a las de cualquier otro local, ya que trabajan con micronajes finos y suaves. Si bien su precio es más alto, el material es muchísimo más noble.

“Acá usamos los mejores colorantes. Una prenda elaborada con nuestras lanas dura toda la vida. Ninguna otra casa cuenta con la cantidad de colores que tenemos ni la reposición. Cuando repetimos las partidas, siempre mantenemos la garantía. Tratamos de potenciar nuestro valor agregado en la calidad, porque en esta zona hay muchos locales que venden lanas. No obstante, lo que comercializan es un derivado del petróleo sintético y artificial, que no tiene nada de pelo de oveja”, puntualiza Saquer.

Tomás agrega que en Milana traen las mejores muestras de Europa y están al tanto de las últimas tendencias, que no siempre se reflejan acá, debido a que el mercado es muy “atípico”. “Tratamos de adelantarnos y ofrecer todo primero en cuanto al colorido y los artículos. Por eso la empresa invierte mucho en viajes para traer ideas de París, Roma o Milán”, enfatiza.

En palabras de ambos, el costo de los productos debe medirse por su rendimiento y no en base a su valor económico. “Si vos comprás una lana que para un sweater te consume un kilo y vale $3.000, y te llevás una que sale $6.000, pero pesa 500 gramos, es prácticamente lo mismo. Lo que sí, estoy seguro que nadie tiene nuestra variedad de colores”, subraya Saquer.

Tanto lanas crudas como teñidas deben lavarse en frío y secar sobre superficies planas y no colgadas para que no se deformen. Si bien Milana es una empresa familiar que pasó de generación en generación, Saquer quiere que sus hijos se formen y estudien antes de que se dediquen al negocio.

De todas maneras, asegura que tanto a él como a su hermano les queda mucho camino al mando de la firma. “Desde los ochenta que estamos hilando. Tenemos muy buenos proveedores y tintorerías. A largo plazo trataremos de continuar esta línea de calidad, siempre pensando en mejorar y ofrecer lanas superiores”, concluye el empresario.

Las emprendedoras de la familia

“Mi hermana Agustina tiene su propia tienda de ropa, llamada Agustina Saquer, donde diseña productos coloridos, con estampados y diferentes apliques. Constanza, en cambio, usa tonalidades más neutras en su marca Milana Sweaters”, detalla Saquer.

Ambas firmas se caracterizan por su calidad y variedad de texturas. Todos los productos se hacen con las lanas de Milana, buscando que cada una de las piezas sea única.