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Por Agroempresario.com
En el corazón de La Matanza, Ramiro Giri y Lautaro Rodríguez, dos jóvenes amigos con una pasión compartida por la moda, han logrado convertir un emprendimiento nacido con apenas u$s30 en una marca de ropa con un crecimiento sorprendente. Hoy, Frères no solo cuenta con locales propios y una fábrica en expansión, sino que también se proyecta a nivel internacional.
La historia de Frères comenzó en 2016, cuando Ramiro y Lautaro, con 16 y 18 años respectivamente, decidieron unir su amor por la ropa y su deseo de independencia económica en un negocio propio. "Queríamos dejar de pedirles dinero a nuestros padres para nuestros gastos y se nos ocurrió emprender antes de empezar la universidad", recuerda Ramiro. Sin experiencia en el mundo empresarial ni en el sector textil, pero con mucha curiosidad, los jóvenes se lanzaron a la aventura.
Detectaron que los jeans rotos en las rodillas eran una tendencia en auge, pero con poca oferta en el mercado local. Con sus escasos ahorros, compraron tres pantalones básicos en la calle Avellaneda y, con tijeras en mano, los personalizaron para luego venderlos en Mercado Libre. "La primera venta llegó rápido, y de ahí en más, no paramos", cuenta Ramiro. La demanda creció tanto que pronto agotaron el stock de su proveedor y se vieron obligados a escalar su producción.
Durante los primeros años, el negocio operaba desde sus propias casas, con el stock guardado debajo de sus camas y cada proceso de producción realizado manualmente. Sin embargo, la clave de su éxito fue reinvertir todas las ganancias. "La caja se volvió intocable. Sabíamos que para crecer teníamos que seguir invirtiendo todo en el negocio", comenta Lautaro. Mientras continuaban sus estudios universitarios, Lautaro trabajaba como conductor de Uber y Ramiro como mozo en un salón de fiestas para financiar sus gastos personales y mantener a Frères en constante crecimiento.
El siguiente gran paso fue iniciar su propia producción. A pesar de su falta de experiencia y sin contactos en el mundo industrial, lograron producir sus primeros jeans desde cero. "Fue un proceso de prueba y error, pero conseguimos lanzar nuestra primera producción propia justo antes de Navidad de 2016", relatan. Con el tiempo, Frères se consolidó como una marca que no solo vendía ropa, sino que también la fabricaba, manteniendo el control total sobre la calidad de sus productos.
Para estos jóvenes emprendedores, el atractivo del sector textil radica en su dinamismo. "La moda es cambiante y cíclica, lo que la convierte en un desafío constante. Siempre estamos evaluando datos y tendencias, pero nunca hay garantías de éxito", explican. Este enfoque les ha permitido adaptarse rápidamente a las fluctuaciones del mercado y mantenerse competitivos.
A medida que Frères crecía, también lo hacían los desafíos. "Uno de los mayores obstáculos ha sido la financiación, especialmente porque nuestro rápido crecimiento no siempre se reflejaba en los balances anuales que exigen los bancos", señalan. Para superar estos desafíos, la empresa ha invertido en profesionalizar su equipo, formado en su mayoría por jóvenes, y en mejorar sus procesos internos.
La evolución de Frères ha sido impresionante: de un negocio 100% online a un modelo que incluye locales físicos y una fuerte presencia de marca. "Hemos transitado desde ofrecer básicos atemporales hasta incluir moda y tendencia en nuestras colecciones. Ahora nos enfocamos en el slow fashion y en crear un sentido de pertenencia en nuestra comunidad", destacan.
Mirando hacia el futuro, los fundadores de Frères se centran en optimizar sus procesos y escalar su producción. Están en proceso de abrir un nuevo depósito y taller, y planean digitalizar su proceso de corte para duplicar su capacidad de producción. Con locales en Palermo y Retiro, además de una fábrica en Villa Lugano, Frères se prepara para dar el salto internacional, comenzando por los países limítrofes antes de expandirse a otros mercados globales.
La historia de Frères es un testimonio de cómo la pasión, la dedicación y la reinversión constante pueden transformar un pequeño emprendimiento en una empresa exitosa con proyección internacional.
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