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Por Agroempresario.com
La Galería del Este, un emblema cultural de Buenos Aires, recuperó su esplendor gracias a una familia venezolana que apostó por el renacimiento de este histórico espacio. Gustavo Arias, su esposa Karileny Martínez y su hija Aurisabel llegaron a Argentina en 2017 con apenas $2500, tras una complicada travesía desde Venezuela que incluyó desafíos y sacrificios. Su historia es un testimonio de perseverancia y reinvención, y ahora, su restaurante, “Arias Coffee Bar”, se ha convertido en un nuevo punto de referencia en la ciudad.
En una entrevista exclusiva con LA NACIÓN, Arias rememora los momentos difíciles que vivieron al salir de Venezuela, un país en crisis donde no había oportunidades ni seguridad para su familia. “Salimos por la misma razón que todos. No había oportunidades y teníamos una hija de 17 años que no tenía ningún futuro”, revela Arias. El deseo de ofrecerle un futuro mejor a su hija, que soñaba con estudiar cocina, fue el motor que los impulsó a buscar un nuevo comienzo en Buenos Aires.
El camino hacia su nuevo emprendimiento no fue sencillo. Tras llegar a Argentina, Arias trabajó en diferentes oficios y emprendió varias iniciativas antes de encontrar su gran oportunidad. Durante la pandemia, la familia lanzó "Dulceritas Cakes", un servicio de pastelería y delivery que, aunque exitoso en su momento, vio una caída en las ventas una vez que se levantaron las restricciones.
La verdadera oportunidad llegó cuando descubrieron un espacio en la Galería del Este, una ubicación cargada de historia cultural. “Fue de casualidad, en una reunión que tuve. La ví y primero dije que no, porque estaba abandonado el espacio, pero me quedó la idea y cuando leí la historia del lugar cambié de opinión”, señala Arias. La Galería, famosa por haber sido el refugio de artistas y bohemios como Jorge Luis Borges y Marta Minujín, ofrecía un contexto perfecto para un nuevo proyecto.
El resultado fue “Arias Coffee Bar”, un restaurante que ha superado las expectativas de la familia y ha logrado atraer tanto a turistas como a clientes locales. “Estamos vendiendo muy bien, más de lo que pensábamos. Mi hija es la chef. La pastelería la hacemos nosotros, Dulceritas quedó integrada al restaurante”, afirma Arias, quien destaca el respaldo que han recibido de quienes conocieron el antiguo esplendor de la galería.
La historia de los Arias no solo es un ejemplo de adaptación y éxito en un nuevo país, sino también un recordatorio de cómo la pasión y el esfuerzo pueden revitalizar espacios con rica historia y tradición. La familia ha logrado transformar su sueño en una realidad, contribuyendo al renacimiento de un símbolo cultural en el corazón de Buenos Aires.
