Por Agroempresario.com
La milanesa es más que un simple plato en Argentina; es un símbolo de identidad cultural y un pilar en las mesas de millones de hogares. Su popularidad se refleja en el impresionante consumo de aproximadamente 300 millones de kilos al año, que se traduce en un promedio de 11,4 kilos por persona. Este plato, versátil y accesible, se encuentra entre las opciones más pedidas en aplicaciones de delivery, compitiendo codo a codo con hamburguesas y pizzas.
El chef Christian Petersen, autor de un próximo libro dedicado a las milanesas, revela que su presencia en los menús de comedores universitarios y empresas asegura un mayor aforo. “Los días de milanesa, los comedores están llenos”, señala al diario La Nación. Esta tendencia se debe a que la milanesa es un plato que todos conocen y disfrutan, una certeza en un mundo culinario donde a veces las opciones pueden ser inciertas.
La milanesa no solo es un plato seguro, sino también un legado cultural. Según Jorge Dutra, propietario de El Imparcial, "es la elección más común cuando no sabemos qué comer, porque siempre cumple con las expectativas”. Este apego se forja desde la infancia, cuando los argentinos crecen consumiendo milanesas en casa, aprendiendo a amarlas en cada bocado.
Christian Franco, de El Antojo, destaca la facilidad de preparación de la milanesa, lo que la convierte en una opción popular para los almuerzos escolares. “Es una comida que gusta a todas las edades, desde los más pequeños hasta los más grandes”, afirma. Su versatilidad también permite que se sirva de diversas formas: caliente o fría, en un sándwich o sola, acompañada de puré o papas fritas.
Los orígenes de la milanesa se remontan a las oleadas migratorias del siglo XIX, traídas por europeos que se establecieron en Argentina. Se debate su origen entre el wiener schnitzel austriaco y la cotoletta alla milanese de Italia. Sin embargo, la milanesa ha encontrado su lugar en la cocina argentina, adaptándose y evolucionando con el tiempo. La primera receta documentada data de 1880, lo que indica que su popularidad ha perdurado a lo largo de los años.
En la actualidad, la creatividad en la preparación de milanesas no tiene límites. Cada chef aporta su toque personal, desde el corte de carne hasta los condimentos y la técnica de rebozado. En El Preferido de Palermo, se utiliza bife de chorizo, mientras que en La Cabrera, Gastón Riveira opta por entraña rebozada con panko. Estos diferentes enfoques enriquecen el panorama culinario y demuestran la versatilidad del plato.
Los argentinos están formados por las milanesas que disfrutaron en su infancia, las recetas de sus madres y abuelas que perduran en el tiempo. Christian Petersen recuerda con nostalgia la milanesa que preparaba su madre, destacando la técnica de pasar la carne por harina antes de freírla para mantener su jugosidad. Este detalle marca la diferencia entre una milanesa común y una excepcional.
La milanesa napolitana, que combina ingredientes como tomate y muzzarella, también es un clásico que se remonta a la década de 1950, originándose en el restaurante Napoli en Buenos Aires. La anécdota detrás de su creación resalta la creatividad en la cocina, una de las características que hacen a la milanesa tan especial en la cultura argentina.
Hoy en día, cada restaurante y hogar tiene su propia versión de la milanesa, lo que contribuye a su diversidad y atractivo. Así, la milanesa se convierte en un símbolo de unión y tradición, presente en la vida diaria de los argentinos y en cada celebración familiar.
La próxima vez que disfrutes de una milanesa, recuerda que no solo estás saboreando un delicioso plato, sino que también estás participando en una rica tradición que se ha transmitido de generación en generación. ¡Buen provecho!
