Por Agroempresario.com

Argentina enfrenta el desafío de mantener su competitividad en un entorno global marcado por el cambio climático, las demandas de sostenibilidad y la volatilidad económica. El agro, pilar esencial de la economía nacional, se encuentra en un punto clave que combina oportunidades de innovación tecnológica con la necesidad de políticas regulatorias favorables.

En las últimas décadas, la producción agrícola mostró un crecimiento sostenido, pasando de 38 millones de toneladas en los años 70 a más de 120 millones en la última campaña, según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Este avance no se limita a una mayor superficie cultivada, sino que responde al uso de tecnologías disruptivas que han optimizado rendimientos frente a recursos limitados.

Biotecnología y bioinsumos: motores de transformación

La biotecnología y los productos biológicos se consolidan como herramientas clave para la productividad sostenible. El 98% de la soja y el 80% del maíz cultivado en Argentina corresponden a variedades genéticamente modificadas, lo que ha mejorado los rendimientos y reducido costos operativos. Prácticas como la siembra directa, al preservar la humedad del suelo y reducir su degradación, también refuerzan la sostenibilidad del modelo productivo.

En tanto, el mercado de bioinsumos está en auge: en los últimos cinco años, el uso de biofertilizantes y bioestimulantes creció un 35%. Estos productos, elaborados con microorganismos como hongos y enzimas, potencian la salud del suelo y la eficiencia en la absorción de nutrientes. Globalmente, este segmento tiene un valor actual de 15.000 millones de dólares y se espera que alcance los 45.000 millones para 2032, posicionando a Argentina como un posible referente regional en esta tecnología.

Tecnologías innovadoras, como Utrisha™ N de Corteva, ofrecen soluciones sostenibles al fijar nitrógeno del aire y transformarlo en nutrientes disponibles para las plantas. Este enfoque reduce la dependencia de fertilizantes químicos tradicionales, impulsando prácticas agrícolas más respetuosas con el medioambiente.

Edición génica: la promesa del futuro agrícola

Entre las innovaciones emergentes, la edición génica destaca por su capacidad de desarrollar cultivos resistentes a plagas, enfermedades y condiciones climáticas adversas. Esta técnica, que utiliza el ADN de las propias plantas, podría transformar la agricultura, aunque enfrenta desafíos regulatorios que limitan su adopción masiva.

El reciente acuerdo entre Corteva y Pairwise busca acelerar los avances en esta área. A través de su programa Catalyst, Corteva ha invertido 25 millones de dólares para fomentar soluciones tecnológicas que no solo beneficien a los productores locales, sino que también posicionen a Argentina como un líder regional en biotecnología.

Regulación e inversión: los pilares del modelo competitivo

Para consolidar una agricultura sostenible y productiva, es fundamental contar con marcos regulatorios basados en la ciencia que faciliten la adopción de tecnologías avanzadas. Según la FAO, hasta el 40% de la producción agrícola global se pierde anualmente por plagas y enfermedades, lo que subraya la necesidad de políticas que promuevan la innovación.

Además, la inversión en investigación y desarrollo (I+D) es crucial. Empresas como Corteva destinan 4 millones de dólares diarios a I+D para diseñar soluciones que respondan a las demandas de mercados internacionales cada vez más exigentes. Este enfoque ha permitido reducir drásticamente el uso de herbicidas desde los años 50, pasando de 2400 gramos por hectárea a solo 75 gramos en la actualidad, gracias a avances en química y tecnología.

Una oportunidad estratégica para Argentina

El agro argentino tiene ante sí la posibilidad de transformar desafíos estructurales en ventajas competitivas. La combinación de innovación tecnológica, sostenibilidad y políticas claras puede posicionar al país como líder en la transición hacia una agricultura más eficiente.