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Por Agroempresario.com
Antes de dedicarse a la biotecnología y fundar una empresa que transforma desperdicios en abono y proteínas, Julien Laurençon tenía una carrera consolidada en la banca internacional. Como vicepresidente de una entidad financiera, su futuro parecía resuelto, pero una crisis existencial lo llevó a replantearse su propósito de vida.
Tras un retiro de silencio en Bali, decidió abandonar su empleo, suspender su boda y recorrer el mundo con una mochila durante 18 meses. Ese viaje lo llevó a Argentina en 2015, donde encontró su nueva vocación: generar un impacto positivo en el medioambiente y la comunidad.
En Buenos Aires trabajó como voluntario en la Fundación Sí y Un Techo para mi País, experiencias que reforzaron su deseo de emprender con un propósito. En 2016, en una reunión en el entonces Ministerio de Ambiente, conoció al belga François Nolet, quien se convertiría en su socio en un innovador proyecto biotecnológico.
Inspirados en la "Economía Azul" de Günter Pauli, Laurençon y Nolet comenzaron a criar moscas soldado, un insecto con una capacidad única para biodegradar residuos orgánicos y transformarlos en proteínas para alimento animal y fertilizante para el suelo.
Su primera biofábrica se instaló en Colonia Caroya, Córdoba, con una inversión inicial de 15.000 euros aportados por familiares y amigos. En 2020, en plena pandemia, lograron financiamiento por 200.000 dólares de inversores locales, y a fines de 2021 cerraron una ronda de inversión de 1,5 millones de dólares.
Un año después, firmaron un contrato con McCain, gigante mundial en la producción de papas fritas, para procesar los desperdicios de su planta en Balcarce. Esto los llevó a trasladar su operación a esa localidad bonaerense, donde se enfocaron en la cría y procesamiento de insectos.
Con casi una década en el país, Laurençon habla con una mezcla de acento porteño y cordobés, y se ha ganado el apodo de "El Francés de las Moscas".
A diferencia de la famosa novela de William Golding, su historia busca generar un impacto positivo en la sociedad y el ambiente, alineándose con los principios de las Empresas B, que buscan resolver problemas sociales y ambientales a través de modelos de negocio sustentables.
"Nuestro objetivo es contribuir a la transición hacia una agricultura regenerativa y sostenible, recuperando desperdicios en lugar de enviarlos a basurales o feedlots. Así, generamos un biofertilizante natural que mejora el suelo y reduce la huella de carbono", explica Laurençon.
Sin embargo, el camino no ha sido fácil. "Argentina es uno de los lugares más desafiantes para emprender, con múltiples tipos de cambio, más de 30 impuestos diferentes y una inflación descontrolada. Pasamos por tres gobiernos, cinco ministros de Agricultura y cuatro gestiones de SENASA, pero seguimos apostando a que es posible", comenta el empresario.
Hoy, Procens cuenta con 20 empleados, en su mayoría de Balcarce y Mar del Plata, y elabora cuatro bioproductos clave:
Las moscas soldado son eficientes agentes de biodegradación y bioconversión. "Son capaces de multiplicar mil veces su peso en solo 15 días, generando un compost de alta calidad a escala industrial", explica Laurençon.
En Argentina se desperdician 16 toneladas de alimentos al año, la mayoría de las cuales terminan en basurales contaminando suelo, aire y agua. Si estos residuos se procesaran con insectos en biofábricas, no solo se evitaría la contaminación, sino que se generarían productos valiosos para la industria agroalimentaria.
Las biofábricas de insectos ya son una realidad en Europa, donde operan a gran escala hace más de 15 años. En Argentina, Procens desarrolló una planta piloto en Balcarce para procesar cinco toneladas diarias de residuos de papa de McCain.
Sin embargo, la compañía busca expandirse aún más. "McCain genera unas 60 toneladas diarias de desperdicios, y queremos procesar el 100%. Para eso, necesitamos una inversión de 10 millones de dólares que nos permita escalar la producción", afirma Laurençon.
Desde su llegada al país, el emprendedor francés ha logrado convertir un sueño en una empresa innovadora y sustentable. Su historia es un claro ejemplo de cómo la biotecnología y la economía circular pueden transformar residuos en oportunidades, beneficiando al agro, la industria y el medioambiente.
